Hoy quiero dar las gracias
Normalmente, lo que voy a escribir ahora se debería de escribir en un aniversario “más importante”. Los 10 años, los 20…. Pero yo he elegido escribir hoy al azar, simplemente porque hace días le doy vuelta en la cabeza a este tema y creo que no necesito un día concreto para poner en papel lo que siento.
Y así comienzo… Hoy cumplo 26 años y 24 días de haber vivido, por razones del destino y por accidente, literalmente, el episodio que más ha marcado mi vida.
Podría decir frases como que volví a nacer o que fue un milagro, y ambas sin dudan aplican y son correctas. Pero la realidad absoluta es que yo soy quién soy en gran parte por ese día, por ese accidente de carro que el 2 de julio de 1990, y aún teniendo solo 6 años, me hizo crecer, ver la vida con una perspectiva diferente y agradecer muchas cosas que tal vez a esa edad no se agradecen.
Todo esto lo comencé a pensar el domingo pasado, durante una excursión que hicimos a la montaña, al Puigmalt. Caminamos 13km, subidos a la cima, bajamos y volvimos. En los últimos años he hecho mucha montaña, me encanta, el contacto con la naturaleza, el silencio, el verde, el olor…. Dentro de 1 semana voy a subir el Cerro Chirripó, para experimentar en primera persona esa maravilla que nos ha dado la naturaleza a los costarricenses. A pesar de que me siento cómoda cuando camino, es verdad que soy un poco más lenta que los demás y un poco más insegura, mi pierna derecha no me da la confianza que me gustaría que me diera, y a veces la cadera me duele bastante. Para mí, cualquier paseo por la montaña con cierta dificultad es un gran reto, es un reto con mí misma, con mi pasado, es una manera de demostrar que todo lo vivido, y a pesar de todo lo que pasó, yo puedo superarme, siempre.
Creo que con eso me quedo después del accidente de 1990. No ha habido ningún obstáculo que yo no haya podido superar. Mi sueño era ser tenista profesional, como tanta gente, y cuando a los 6 años los doctores decían que nunca iba a poder caminar, mi mente seguía enfocada en ese objetivo. Agradezco profundamente a mis papás y a mis entrenadores, porque aunque ellos tal vez sí veían que yo no iba a poder ser tenista profesional y vivir del tenis, nunca me cortaron las alas. Me dejaron jugar, crecer, disfrutar, sufrir, darlo todo en la cancha, luchar por conseguir eso que parecía imposible. Estoy orgullosa de haber conseguido lo que conseguí en el mundo del tenis, por mí y por mi país. Agradecida con mis papás que a los 14 años me dejaron hacer las maletas para irme en busca de ese objetivo. Lo que me enseñó el tenis es algo que nunca voy a poder explicar, pero es muy evidente decir que yo nací viendo tenis, empecé a jugar a los 4 años, dejé durante una temporada por el accidente, volví con fuerza, me retiré a los 19, el tenis me dio trabajo para pagarme la universidad como entrenadora, el tenis me siguió dando trabajo en mi carrera profesional como organizadora de eventos y el tenis me sigue dando hoy en día la disciplina y el amor por el trabajo y la cultura del esfuerzo.
Hoy miro hacia el pasado, hacia el 1 de julio de 1990 y hacia los meses siguientes y no tengo ningún mal recuerdo (sé que Mami sí y que para ella todavía es difícil hablar del tema). Me quedan sobre todo las buenas experiencias derivadas de ese momento puntual duro y sobre todo las buenas personas, que hicieron que todo fuera más fácil para mí y para mi familia.
Y entonces llego a la parte de este escrito que es la más importante, y es algo que 26 años y 24 días después, todavía no había hecho (nunca es demasiado tarde). Es la parte del agradecimiento infinito a todas las personas que a mi alrededor, me sacaron adelante y me hicieron volver a nacer.
Gracias Mami y Papi. Sin más. Podría enumerar mil razones, pero sería otro escrito diferente. No quiero ni puedo ponerme en su piel y entender el dolor que sintieron ese día y los meses siguientes.
Gracias Cristi y Xavi. Ustedes eran muy pequeños, pero por ustedes, Mami y Papi pudieron salir adelante mejor. Ustedes les dieron a ellos la fuerza para despertarse cada mañana y sacar adelante a la familia.
Sé que nuestra familia, nuestro núcleo, nosotros 5, estamos marcados por el 2 de julio de 1990, gracias a ese día nos han educado de una manera determinada y vivimos con una felicidad y una unión determinada.
Gracias a toda mi familia, abuelos, tíos, primos. Nunca me voy a olvidar de Mamama enseñándome todos los días las capitales de los países, llenando mi vida (que en ese momento era un cuarto) de momentos mágicos y culturales. Y Papapa, mi hombre, mi fuerza. La Yaya que hizo su promesa de nunca volver a un casino y la ha cumplido todos estos años (yo le digo que la “redimo” para que vayamos a jugar blackjack pero no quiere romper su promesa) y mi papá que hace 26 años hace la peregrinación a Cartago el día de la Virgen de los Ángeles.
Gracias a Teacher Indiana, que fue un pilar importantísimo. Sin ella, no hubiera pasado prepa. Sin ella, todo hubiera sido diferente a nivel académico.
Y mis compañeros, incansables, siempre visitándome, nunca fallaron. Fueron 6 meses de visitas y regalos. Todavía me acuerdo de la tarjeta que me trajo Vero y su familia: “recupérate pronto. Los médicos se están haciendo ricos”.
Y hablando de doctores, ¡gracias a ellos! A todos. Los que me querían operar y los que no, los que me abrieron las puertas y me atendieron rápidamente por respeto médico hacia mi abuelo. Mami fue increíblemente sabia y usó siempre su instinto para decidir qué hacer con las innumerables opiniones médicas. Gracias a ella, tengo solo 2 cicatrices y no 10. Y gracias a los doctores del futuro, los que todavía no conozco, pero que algún día me van a operar la cadera para dejarme una que me convierta en una especie de cyborg.
Gracias a mis entrenadores de tenis y preparadores físicos, fisios, podólogos, masajistas y quiroprácticos. Todos los que hicieron que durante toda mi vida fortaleciera lo necesario para que la cadera no me doliera. Este domingo, mientras bajábamos el Puigmalt, pensé mucho en Martin, con quién he hecho 22 sesiones de entreno buenísimas los últimos 5 meses, y me emocioné al ver que estaba bajando con mucha más confianza que en los últimos años.
Gracias y gracias…. ¡A todos!
Desde que soy pequeña, muchas personas me han preguntado por qué no me quito las cicatrices con láser. Pero yo no puedo quitarme la cicatrices, porque mis cicatrices son mi historia, son mi recuerdo de un día que probablemente es de los más importantes de mi vida.